Remehibe

lunes, 3 de marzo de 2008

LANZANDO PARA HOME

Recuerdo cuando leí en la Revista HIT en los años cuarenta, un artículo sobre el Salón de la Fama de Cooperstown, donde en la votación de 1936, fueron tomados en cuenta 42 jugadores de las Ligas Mayores, siendo Ty Cobb el que recibió 222 votos de posibles 226 y se necesitaban 170 votos para ser nombrados los primeros inmortales de las grandes ligas. Acompañaron a Cobb, nada menos que Babe Ruth con 215 votos, empatado con Honus Wagner, el pitcher Christy Mathewson con 205 y otro gran lanzador, Walter Johnson con 189. Fue hasta el lunes 12 de Junio de 1939 cuando se inauguró el recinto en forma oficial y para esa fecha ya había 23 peloteros que habían sido nombrados. Cuando terminé de leer ese artículo, pensé que algún día tendría la oportunidad de conocer ese mítico salón en Estados Unidos.

Era el mes de Junio de 1964, cuando salí en autobús rumbo a Tucson, Arizona. Aprovechando una gran promoción de la línea Greyhound, que podía viajar 99 días por 99 dólares, tome un autobús con rumbo a El Paso. De ahí subí hasta San Luis, donde llegué a conocer The Sporting News, luego rumbo a Washington y la última escala fue nada menos que Nueva York. Hice el viaje para conocer la Feria Mundial que se llevó a cabo en Flushing Meadow.muy cerca del Estadio de los Mets, ir a ver los Yankees y a los Mets, pero mas que todo conocer el Salón de la Fama. Unos días me extasié con la grandiosidad de la Feria Mundial. Luego visite el Yankee Stadium, donde me tocó ver ganar a los Yankees por 7-5 sobre los Medias Rojas con pitcheo ganador de Eddie Ford y salvado para Pete Mikkelsen. Quería ver batear jonrones a Mickey Mante o Roger Marís, pero los que la sacaron fueron Joe Pepitone y Tom Tresh. Después estuve en el Shea Stadium, donde ganaron los Mets a los Filis por 7-3, pero es todo lo que recuerdo.

Tomé un autobús para ir a Cooperstown, pensando que estaba cerca, pero se fue por caminos donde llegó a varios pueblos del estado de Nueva York, hasta que por la tarde arribó a éste risueño lugar, Ahí dormí. Al día siguiente estuve en el Salón de la Fama, donde lo más interesante fue el museo, donde estaban uniformes, guantes, bats y pelotas de diferentes peloteros. Un lugar especial para Babe Ruth y también conocí el parque donde en cada año jugaban un partido dos equipos de Ligas Mayores, precisamente en el aniversario de dicho salón. En mi regreso a Obregón, que duró tres días y tres noches en autobús, tuve la oportunidad de pensar mucho y recordé como Fray Nano o sea don Alejandro Aguilar Reyes, dueño del periódico deportivo La Afición, en el mismo año de 1939, a través de una votación con sus lectores, nombró a los primeros peloteros que llegaron al Salón de la Fama de México, que no tenía hasta ese momento un lugar especial. Como en Cooperstown fueron cinco los nombrados en México, siendo Lucas “El Indio” Juárez, Antoio Delfín Lañiza, Julio Molina “Diamante Blanco”, Leonardo “Najo” Alanís y Fernando “Cocuite” Barradas. No causó mucho impacto esos nombramientos y el tiempo pasó. De nuevo salió a colación sobre la necesidad de un Salón de la Fama en nuestro país y por medio de la Revista HIT, hubo otra votación en 1964, donde fueron nominados, Angel Castro, Epitacio “La Mala” Torres, Lázaro Salazar, Martín Dihigo, Ramón Bragaña y Genaro Casas.


Todavía en ese año se veía difícil que existiera un salón especial, pero en la Convención celebrada en 1972, en Hermosillo, Sonora, la ciudad de Monterrey recibió más votos que Guaymas, Sonora y ahí estaría el Salón de la Fama del Béisbol Profesional Mexicano, en las instalaciones de la Cervecería Cuauhtemoc Moctezuma, que desde el año de 1973 ha sido el motor económico para sostener, ampliar ese recinto que es orgullo del béisbol mexicano…Después más lanzamientos. Correo Electronico: alarb34@yahoo.com.mx

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