Al Bat
Por Jesús Alberto Rubio
beisrubio@gmail.com
El domingo, con su tablazo 14 teniendo dos en base, con dos outs y empate a 9 en la 18ava, ¡zas!, tablazo por arriba del jardín central para dejar en el terreno a los Rojos y vámos, ¡eres un héroe mi Adrián!
El paisano refrenda una vez más su enorme calidad y talento: nomás batea .284, con 14 cuadrangulares, camino a mínimo 40, y 43 impulsadas.
Adrián también sigue llevándose de la mano con su firma de casa: tiene trece dobles, además de un triple. En batazos de dos bases, el año pasado conectó 46.
En sus últimos diez juegos lleva cinco para la calle, con 14 impulsadas, de modo que con esta clase de ofensiva está casi asegurando su presencia en el próximo Juego de Estrellas en Nueva York, señor, dígame usted.
Su slugging, es de .555.
Por supuesto que con este ritmo bateador, González lleva paso para superar su .282, 30 jonrones y 100 producidas del 2007.
Enhorabuena.
Escenas imborrables
Vea usted:
Primero fue Rube Wadell, quien en 1904 abanicó a 343.
Luego llegó Bob Feller, quien en 1946, lograría 348.
Más tarde, en 1965, apareció en el firmamento Sandy Koufax para imponer una nueva marca: 382.
Pero la historia no iba a terminar ahí:
En 1973, Nolan Ryan sorprendió al mundo con 383.
Y, desde entonces, es el récord vigente.
El texano en esa campaña fascinaba con su velocidad de 100.9 millas por hora, sólo comparable a la de Bob Feller (98.6).
Formidable.
Frank y Brooks
Frank y Brooks Robinson formaron una espectacular pareja con los Orioles, allá por los 60’ s.
Frank había jugado con los Rojos en 1956 y ahí fue nombrado el Jugador del Año. Luego, el 61 también se adjudicó el de Más Valioso.
Sin embargo, en forma inexplicable, fue cambiado por los Rojos hacia Baltimore después de la temporada de 1965.
Y claro, Robinson pronto dio de que hablar al convertirse en el líder en porcentaje de bateo, en jonrones y en carreras producidas en la Americana.
Fue nombrado el Jugador Más Valioso de la Americana en 1966.
En ese momento se constituyó en el único jugador en adjudicarse tan notable honor en ambos circuitos.
Era un tolete de miedo.
Eventualmente, en 1974, se convirtió en el primer manager manejador negro de las Ligas Mayores, con Cleveland.
Brooks Robinson
Brooks Robinson también se ganó el reconocimiento como el mejor tercera base de su generación, posiblemente de todos los tiempos.
Cuando se retiró el 77, después de veinte acrobáticos años con Orioles, demostró que sus esfuerzos habían sido tomados en cuenta, logrando un lugar muy especial dentro de las páginas de oro del big show.
Su forma espectacular de fildeo le hizo merecedor a eso y muchas otras cosas más.
Nadie olvidará su defensiva; quizás a usted también le tocó gozar en aquella década. Clase de atrapadas y riflazos que soltaba a primera.
Nadie como él.
De gran corazón
Bobby Richardson era pequeño de estatura pero de gran corazón y habilidad para jugar beisbol. Por muchos años hizo un gran trabajo para los Yaquis de Nueva York, allá en la década de los sesentas.
Y fue en una Serie Mundial, la del 60, en la que mostró su gran valía: Empujó contra los Piratas doce carreras en siete juegos, implantando en ese entonces una gran marca.
El ojiverde de Richardson se había caído de la cama en eso de impulsar compañeros porque en la temporada normal en 150 choques tan solo había enviado a home a 26 Yankees.
Hombre de hierro
Hubo un lanzador a quien se le conoció como el “Hombre de Hierro”, Joe McGinnity, porque parecía indestructible, lo que es decir bastante.
Pero había algo de ello, verá usted:
En su carrera ganó tres dobles juegos en el espacio de un mes.
Lanzando para los Gigantes de Nueva York ganó seis juegos en tres días. En uno de esos partidos aceptó sólo una carrera y en los oros dos, un par de anotaciones.
Y, en uno se ellos, él mismo ganó la batalla:
Cómo? Increíble: ¡se robó el home!
Era el Nolan Ryan de aquella época: durable, durable: Cuando tenía 54 años de edad, aún seguía lanzando en Ligas Menores.